viernes, 3 de julio de 2015

LEYENDA DE UN SUEÑO


Tras ella
cuando tapó la llama,
las historias prohibidas
en las mañanas de reposo
volvían sin cesar por los arriates
agolpados con las palmas abiertas.

La leyenda le hizo volver la cabeza
y brotaba de sus ojos
unos ríos que cubrían las aguas
y dormían junto a ella,
en un rechazo de risas de colores.

En su proceso construía
apretados los dientes,
un llanto vigilante y oculto en el olvido,
sintió en el cuello vagar su imaginación
en una tarde barrosa de rabia,
vivía lejos de ti,
donde yo naciera
en estiercos de caracolas.

Para huir,
las hojas magullaban sus muslos
en los jardines de bruma azulada,
e indagan la aspereza eterna
donde yacen las flores.

Se desliza entre la alargada jaula,
en esa hora que la música
de una corteza floja
serena al viento de una lisonja,
entre lazos de moños jaspeados.

Enrojecida la fresa,
entrega el olor al perfume puro.

La sombra de unos dedos
da vueltas en el polvillo,
de bandejas de avellanas
desolladas y amarillas,
cumplido su largo devaneo.

Presta su baúl,
desplazado por la orilla
en brazos de breves nubes rosadas,
a la blandura del cielo
que le recuerda ráfagas de niebla
en su pelo mojado.

No pudo evitarlo,
el hielo en cristales heridos
toco y beso su pecho,
era un avispero bañado por la luna
que lo cuece a fuego lento.

Dejó escapar sus devotos parpados,
que trillan
por la crema blanca de la montaña.

Manuel Vílchez García de Garss

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