No seré un tiempo perdido
escondido en el rincón de un lamento.
Los relojes se asoman al balcón
tratando de escuchar un latido
que enmudece a cada segundo
contado con los dedos.
Superpuesta ante mi misma
sentada frente al espejo
el cuerpo lanza cuchillos
contra el muro de piedra
y el taburete de coral.
Le hice un nudo al cristal,
las nubes grises también sueñan.
Rafi Guerra
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