miércoles, 7 de noviembre de 2012

UNA LEYENDA VIAJA POR MI PIEL


Incapaz de compartir mi silencio,
multiplicando y exhalando mis angustias,
devorando palmo a palmo la realidad que me circunda;
buscando el último testigo, la última quimera,
solo de soledad me encuentro...

Solo ante la eternidad,
nada que ampare mi escritura
que me hable del tiempo venidero.
Montaña y valle de miserias invisibles,
como el desamparo propio de la tierra,
como la vergüenza del viajero,
como la inundación del océano
o la muerte final...

Una leyenda viaja por mi piel
haciendo estragos.
Pensando, dilucidando
y sin poder contener la hecatombe,
la circunnavegación del pensamiento.
me sumerjo en el río de la noche,
contemplo las estrellas y sueño.

Como una ola, quizás como un cometa
mis manos se deslizan paulatinamente
a través del tiempo.
Devoro la eternidad del viento y escucho uno a uno
los sonidos del silencio;
lo deseo compartir, hablarle al hombre de la guerra,
de la barbarie, de su crueldad.

Mutismo, esa es la realidad que no logro comprender;
muros altos, elevados, gigantes se erigen ante mí.
¿Otro idioma?
Es la barbarie, la crueldad que se ampara en el silencio.
Del cielo descienden los morteros, las bombas;
el grito de muerte acecha, se expande.
Mutilación quimérica que nos invade cuando en la calle
se escucha el último lamento.

Gildardo Gutiérrez Isaza -Colombia-
Publicado en la revista Suplemento de Realidades y Ficciones 54

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