A mi tío Paco, que nos ha dejado hoy solos y grises ...
Lloraba el cielo
el día en que te fuiste,
mientras el triste mar
ahogaba tu secreto.
Cuántas veces pediste a gritos
cambiar tu cuerpo por el suyo…
Cuántas veces lloraste a voces
rompiendo el silencio.
Fuiste capaz de soportar
tempestades de levante
que no te pudieron arrancar
de aquel inseguro puerto;
Fuiste capaz de desafiar
furiosas olas gigantes
que nunca pudieron ahogar
aquel dolor de tristeza y lamento…
Pero nunca, nunca pudiste superar
aquella puñalada de la vida,
aquella garra injusta y homicida
que segó la vida de tu hijo
dejándote a ti medio muerto.
Nunca fuiste el mismo,
no volvió tu sonrisa
ni tu mirada a la mía.
Hoy lloro tu partida
pero sé que estás donde quieres
con quien siempre quisiste
compartir tu vida.
Despido a un buen hombre,
a un hombre “bueno”
que dejó tras sus huellas
un inabarcable hueco
en el corazón de tu familia
y en el cariño de su pueblo.
Descansa tito;
hoy desgarras mi universo
pero aprendo de tu vida
y me aferro a tu recuerdo.
Le contaré a mi hijo
que moriste ya de viejo
y que sembraste en el camino
rosas blancas en el puerto.
Mar Marchante Ortega
No hay comentarios:
Publicar un comentario