lunes, 26 de noviembre de 2012

NO VENGAS A MI CASA


(I)

No vengas a mi casa, que hay perfiles,
en la sombra, desnudos y agresivos,
que no saben mostrarse receptivos
a rostros soñadores y gentiles.

Y aunque vienes en paz, serán hostiles,
y con o sin razón, verán motivos,
si no amenazadores, negativos,
si no abiertos o cínicos, sutiles.

En tal ambiente gris de suspicacia,
tanto la timidez como la audacia
provocarán adversos incidentes.

Si bien las traje, tiempo atrás, de fuera,
no se han quedado porque yo lo quiera,
mas por considerarse residentes.

(II)

Releguemos al foso del olvido
espectros y fantasmas que pululan
por pasillos y alcobas, y especulan
con derechos que el tiempo ha dirimido.

Tú, tal vez, en tu hogar, hayas oído
susurros en la noche, que formulan
caducos privilegios, y articulan
ruegos de regresar de su despido.

Y aunque tal vez también las consideras
irrelevantes sombras plañideras,
te incordia en realidad su tozudez.

Ni a mi casa o la tuya. Converjamos
en espacio neutral, sin más reclamos
que nuestra silenciosa desnudez.

(III)

Ah, la paz de las cámaras neutrales,
y sus íntimas, férvidas contiendas,
de cabalgadas lúbricas, sin riendas,
de místicos, eróticos rituales.

Sólo el canto rural de los zorzales
se asoma a la ventana, y hay leyendas
flotando en el ambiente, como ofrendas
a los dioses de sueños conyugales.

Leyendas en las que ambos dependimos
para dormir las noches que perdimos
en alcobas de absurda soledad.

Leyendas que para ambos resucitan
semejantes deseos, que hoy se agitan,
pero en mutua y voraz complicidad.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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