sábado, 1 de septiembre de 2012

VIGILIA


(Fragmento del artículo Impresiones de un Asalto)

     Son las cuatro de la mañana del día trece de febrero y tengo un sueño abominable y unas ganas atroces de caer en el lecho y de pasarme veinte años durmiendo.
     Vienen a mi mente unos versos de Skakespeare, que por estar escritos en inglés no copio: unos versos muy buenos que hablan del sueño y de lo rico que es sentir que los párpados se cierran y el rítmo de la vida se interrumpe.
     Mis pobres párpados, sin embargo, rebeldes a la admonición de Shakespeare, no quieren cerrarse.
     No quieren cerrarse estos condenados ojos míos, y en lugar del sueño que buscaba encuentro que me he puesto a pensar mil cosas extravagantes y locas.
     Pienso en un caballo muy negro y muy viejo y muy triste que tenía mi abuelo para recorrer la finca y en el cual solía llevarme a pasear siendo yo niño; pienso en las cuchilladas feroces que yo le hubiera dado de buena gana en legítima venganza a una tía muy regañona que tuve; pienso en una excursión que hice una vez a la luna acompañado de un perrito blanco que hacía muecas; pienso en unas berenjenas muy sabrosas que comí a bordo de una de las carabelas de Colón cuando veníamos camino de América; pienso que yo en el caso de Aníbal hubiera hecho la misma burrada que hizo él cuando se dejó enervar por las dulzuras de Capúa y no se tragó a Roma; pienso en un gallo muy bueno que tuve, llamado “Nochebuena”, y en una novia zaragozana muy linda y muy dulce que se llamaba Pilarín y cuya imagen tiembla todavía de vez en cuando en el fondo del lago soledoso de mi alma.
     Y pensando, pensando, noto que son las cinco, y noto también que voy cayendo en ese delicioso enervamiento que precede al sueño, y no sé si será ilusión, pero he sentido que la seda suave y exquisita de la mano clemente de una dulce mujer bien amada ha venido a posarse sobre mis pobres párpados rebeldes, dándome en su presión blanda y lenta la divina sensación de una caricia. Mis párpados se cierran y al contacto de la mano bien amada me he puesto a soñar que el mundo se ha cansado por fin de ser un campamento y se ha trocado de pronto ante mis ojos en algo así como una gran terraza vagamente alumbrada por la luna, donde unos labios de mujer nos vierten en el alma la canción del amor y de la vida.

Publicado en el blog nemesiorcanales.blogspot.com

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