domingo, 9 de septiembre de 2012

ÚLTIMO ESPÉCIMEN


- Informe sobre el resultado de la misión, teniente.
- Positivo, mi coronel. Hemos capturado al último espécimen. Ha sido arduo, estaba oculto entre los escombros, en un edificio abandonado, cerca del centro de la ciudad. Se resistió, pero logramos prenderlo. Indemne, según el reglamento.
- Correcto. ¿Le han hecho pasar el proceso de desinfección?
- Por supuesto. Ahora mismo se halla en el Complejo Provisional de Realojo, pero pronto estará listo.
El coronel se pone en pie y se acerca al ventanal. Una leve sonrisa de triunfo asoma a su severo semblante. Acabar con todos ellos ha sido duro. Decenas de años, toda su carrera profesional. La suya y la de otros antes que él. Piensa en retirarse para disfrutar plácidamente de su jubilación. A su pequeña granja en las afueras, lejos de todo. Ahora ya puede relajarse, respirar. Ha valido la pena, después de todo.
- Fue difícil mantener la lucha ¿no es así?
El coronel se vuelve, con gesto amigable.
- Sí, teniente. Enfrentarse a tantos intereses nunca es agradable, pero la recompensa nos ha esperado al final del camino. Todos los esfuerzos realizados carecen de importancia ahora.
- Solicito permiso para retirarme. Estoy impaciente por ir a celebrarlo.
- Por supuesto, teniente. Ha sido un placer contar con usted para esta causa. Hoy, por fin, hemos recuperado al último sin techo de la ciudad. La guerra contra la miseria ha terminado.

Vidal Fernández Solano (España)
Publicado en la revista digital Minatura 120

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