lunes, 3 de septiembre de 2012

TRADUCTOR DE SILENCIOS


Más tarde sobre el pueblo abandonado de la poesía,
crucé el puente donde el deseo practicaba sus rituales de locura,
sobre las alfombras recién compradas de la realidad,
reclutaba soldados de agua,
para la reina que encadenado a sus pies tiene al amor.
Cabalgando sobre las alas limpias de un ruiseñor,
pude tocar con mis manos la sangre que lloraba por sus tobillos.
Intenté secar sus heridas con unos versos mojados,
pero como un gran río sus palabras me inundaron el alma,
susurrando me decía,
Deja quietas mis cadenas, poeta bastardo,
de ilegales sombras y falsificadas ofertas de lenguaje musical.
Partió al cielo y huyeron desnudas las hijas de la sombra,
su risa de niño me decía,
He amontonado los cadáveres picados de melancolía,
con los huesos de los amantes alimente las estrellas,
con la sangre de los poetas he pintado los labios de todas las rosas,
corsario de fantasía, largo de mi tierra,
guarda ya tu inútil espada de viento y lluvia.
Diez vírgenes de negros colmillos, borrachas de melancolía,
besaban los pies del esclavo,
y entre sus alas de papel,
la poetisa tallaba el aire de sus amantes,
mientras el traductor de silencios gritaba su perdición.

Del libro Espada del silencio de JARO GODOY -Argentina-
Publicado en la revista Estrellas Poéticas 49

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