Es la soledad un muro de salitre
que la lengua lame.
Un corset que ciñe hasta ahogar.
Cuatro paredes que hacen faltar el aire.
Horno que hizo del llanto un cauce vacío.
Todo la aprisiona. Si el corazón crepita,
le enseña el silencio
su oficio de callar.
Como sombra avanza hacia los huesos.
Coloco en la trampa un terrón de luz.
Busco una fisura,
una grieta por donde su voz reclame.
Una viga que apuntale el cielo
mientras arrolla con el puño las paredes
el viento que mis venas pujan.
Liliana Chávez -Argentina-
Publicado en la revista Mapuche 61
No hay comentarios:
Publicar un comentario