Golpear hasta cimbrear las ánimas
adormecidas por laxitud y miedos,
sacudirlas hasta provocarles nauseas
que espumarajos broten por las comisuras
de los adocenados rostros,
que vomiten mugres hasta vaciarlas,
para que comprendan que no es lo que creen
e idenfiquen la realidad
en que se mueven.
Francisco Muñoz
Publicado en la revista LetrasTRL 50
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