miércoles, 5 de septiembre de 2012

SIN AGUA PERO CON LÁGRIMAS

Cada vez que las nubes cubrían el sol, madre nos ordenaba que nos colocáramos al borde del jardín con los recipientes preparados. Seguía así las consignas que padre le dejó antes de marcharse. Pero, nunca llovía, y la espera del agua celestial nos provocaba sed, que algunos soportábamos mejor que otros. A Marquitos, por ejemplo, le daba por llorar y teníamos que retenerlo, pues en más de una ocasión se había acercado peligrosamente al pozo, nuestro tesoro. Pero hoy ha sido diferente, mientras vigilábamos al cielo hemos escuchado voces al otro lado del muro que nos protege. En un primer momento, creíamos que podrían ser alucinaciones o algún animal, pero se han repetido. Eran lamentos humanos, casi de ultratumba, reclamando agua. Madre, entonces, ha cogido su fusil y cerrado todas las ventanas de la casa. Aterrada, ha dictado silencio. Yo juraría que era padre el que gritaba desde fuera, pero madre lo ha aclarado: “No, vuestro padre está muerto desde el día en el que nos abandonó”. Nadie ha discutido su palabra, aunque la viésemos llorar.

Nicolás Jarque Alegre (España)
Publicado en la revista digital Minatura 120

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