miércoles, 19 de septiembre de 2012

REY


REY

El rey.
Yo soy el rey.
Rey de los sueños rotos.
Sin trono, sin corona.
Rey sin reino.
Soy el rey.
Así me decías tú.
Sí, tú. Tú me decías:
-“Mi rey”.
Mi rey me decías.
Apenas tenía yo dos o tres años,
si es que no me traiciona
mi traidora memoria.
Y  hubo días caramelos
en que llegué a creérmelo.
-“Soy un rey, soy un rey”,
me decía a mi mismo,
y soñaba e inventaba un reino,
mi reino imaginario,
el reino que jamás,
nunca jamás, se haría realidad,
sea dicha la verdad, y subrayada.
Yo, ya desde mucho antes de nacer,
era rey, este rey, amor  mío,
que quisiera y no puede,
contra sus sueños rotos,
poner, ante tus lindos pies,
la vida que no tengo,
los tesoros que soñé siendo niño
que tendría algún día
y jamás he tenido ni tendré.
Ah, sí, mi amor, mi amor.
El rey, el rey aquel, aquel rey
que escuchó embelesado,
los días paradisíacos de su infancia,
la dulce  afirmación,
en los amados  labios de su madre:
“Mi rey, mi rey, mi rey”,
y creció  imaginando
que en verdad era un rey.
Ah, mi amor, amor mío,
mujer por la que canto, vivo y sueño.
Mujer que  musita a mi oído,
contra los negros hados
que impertinentemente nos acosan:
“Rey mío,  mi rey”,
aunque tú y yo sabemos,
que sí, que soy un rey,
amada reina mía,
un pobre y triste rey.
Tú rey, ah reina amada.
Rey de los sueños rotos
que a diario compartimos
a golpes de pobreza
y bellas fantasías destronadas.


JUAN CERVERA SANCHIS -México-

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