martes, 4 de septiembre de 2012

PUNTO CERO


Muy temprano, a las tres de la madrugada, sacándome de mi letargo nocturno, llegó a mi cerebro, por triplicado, la orden irrevocable de destruir el Punto Cero. La orden sería cumplida. Antes de las diez el objetivo no existiría. Lo habría borrado del mapa para siempre. De él sólo quedarían recuerdos gráficos en los ordenadores individuales. La preparación de la máquina sólo llevaría unas dos horas. Pulsé el botón verde. La pantalla empezó a proporcionarme datos. Cuando aparecieron los que necesitaba pulsé el botón amarillo. Ya tenía las coordenadas del objetivo. Quedaba ahora copiarlas y después insertarlas en el proyectil. Abrí la pantalla principal de la máquina. Busqué el proyectil A45 y cuando lo tuve en pantalla pegué las coordenadas y ajusté al segundo la hora de lanzamiento: las 8,35 horas. A las 9 horas, del objetivo nada, ni nadie sobreviviría. Sólo faltaba apretar el botón rojo. Puse el pulgar sobre el botón. Conté hasta tres y apreté hasta el fondo. El Punto Cero ya era historia.

José Luis Rubio (España)
Publicado en la revista digital Minatura 120

No hay comentarios:

Publicar un comentario