sábado, 22 de septiembre de 2012

MUERTE DE UN ÁRBOL


Juntando años en paciente espera
 logró sumar, al fin, un siglo entero.
 Tenía el cuerpo enorme de un gigante
 y el aire paternal de un buen abuelo.
 (No sé por qué creímos que esa espera
 la prolongaba para que lo viéramos...).
 Por un azar llegamos a su lado,
 justo cuando lo estaban abatiendo.
 -"¡Señor, Señor, clamamos angustiados:
 detén el brazo que destruye un sueño,
 que eso es un árbol,
 un soñar permanente con el cielo,
 y un árbol como éste es imposible
 reemplazar de nuevo;
 que no es obra de los hombres,
 sino Tuya y del Tiempo...!".

 Declinaba la tarde;
 no fue escuchado el ruego.
 Inexorable, el hacha mantenía
 su latido funesto,
 y el árbol se quejaba a cada golpe,
 y la tarde gemía en cada eco,
 y el sol en el ocaso
 cerró de prisa su ojo por no verlo.
 De pronto, oyóse un crujido agrio
 como un desgarramineto,
 y el árbol, ya vencido
 cedió como atraído por un vértigo,
 se volcó en un derrumbe estrepitoso,
 y dentro de nosotros cayó muerto...

Juan Burghi -Uruguay
Publicado en la revista Mapuche 61

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