lunes, 17 de septiembre de 2012

ENFERMEDAD


A veces la caja de cambios avisa con pinchazos que son como estertores flotantes y que siempre decimos que son gases, otras veces me duele por allí a la altura del flanco derecho o no se si es el izquierdo da igual pero seguro que no es apendicitis también son los gases que son mi razón de ser y existir en cada momento como excusa y sabiendo que es todo mentira. Otras, me pica hasta escocer y estrangularme de dolor la innombrable próstata pues eso será, no ahora, a partir de los cincuenta cuando las revisiones médicas de Fremap serán obligatorias. Otra mentira más. Más abajo la rodilla izquierda hace requiebros, es la agüilla esa que se mueve cuando quiere y por donde no debe, será mi mala postura al andar. La artrosis, los quejidos, el quejarme. Y los ojos estos, estos ojos de toda la vida con sus gafas de pasta blanca. Últimamente y sin avisar empiezan a gotear una especie de espumilla acuosa a partir de las once de la mañana. Un día de estos dimito del ordenador racionando mi amor propio, el causante de mi futura ceguera. ¿Y la cabeza? la bien llamada CPU: sin comentarios, es la que dirige los destinos, los desatinos, las incongruencias, los detalles de la vida. La cabeza: no, no me duele (a veces). Cuántas mentiras me esperan. En silencio. Gases del oficio. Digo yo.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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