El eco de los pasos queda fuera,
las palabras ajenas, los rumores.
Silencio entre tú y yo. No hay ruiseñores
despertando tan blanda primavera.
Si arrastrara misterios, si tuviera
insólitos enigmas interiores,
quebrarían sus claves los fervores
que hablan por mí en mutismo y a tu vera.
Soy de cristal, de núcleo quebradizo,
corteza transparente, y me deslizo
sobre tu frágil, diáfana entidad.
Me ves tal como soy, y yo te veo
hasta el fondo del alma, donde leo
en callada quietud tu intimidad.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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