domingo, 2 de septiembre de 2012

BUSCANDO AL ENEMIGO

Mi padre era militar desde hacía años. Estuvo en Irak durante el conflicto del Golfo. —Tienes que estar preparado para luchar— me decía antes de acostarme—. Las guerras son cada vez más sofisticadas. En la Gran Guerra se luchaba en las trincheras con bayonetas. En la Segunda Guerra Mundial se utilizaban las bombas. Y ahora las ofensivas se ganan en los laboratorios. Una pandemia de gripe puede acabar con millones de personas en solo unos días. Basta con introducir el virus en cualquier planta depuradora o filtrarlo en el aire. Sin embargo, en un futuro serán genéticas. Modificaran el ADN de los seres humanos para crear grandes guerreros. Combatientes inmunes al dolor, al hambre y a las balas. Por unos segundos me imaginé a Han Solo en El Retorno del Jedi y sentí ganas de desenfundar mi espada láser. —Pero recuerda una cosa, hijo. Siempre hay alguien contra quien luchar: ya sean nazis, judíos, árabes, chinos, extraterrestres o teleñecos. El mal está en todas partes. Nos rodea como una plaga de langostas. Debes estar alerta. Después, me acarició el cabello encrespado y me dio un beso de buenas noches. Me desperté bañado en sudor horas más tarde. Mi hermano dormía feliz en la otra cama. Me incorporé en silencio, cogí la almohada y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Sí, siempre hay un enemigo, mascullé entre dientes.

Rubén Gozalo (España)
Publicado en la revista digital Minatura 120

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