No pude marcharme ilesa de la noche
los labios nunca son serenos
los agita el silencio
de cada beso uno regresa distinto
o no regresa
y uno se queda solo en las esquinas del mundo
porque estarlo no depende de la gente
de su ruido
depende del silencio que somos.
Gabriela Rosas -Venezuela-
Publicado en La Náusea
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