(A mi Habana)
Lucecitas tintineantes miedosas de despertar
y el sonido de las olas que se mueven en el mar,
mezcladas con el petróleo, traen un viento maloliente
que lo apocan fortalezas milenarias, deslumbrantes
y un perro que va al azar por encontrar los despojos
de la noche del bailar;
media botella de ron dejada a ras de la acera
por olvido o por... ¡no más!
Los coches están dormidos y sus caballos también,
los carros bien guarecidos porque les pesan los años;
las calles están vacías...
Es una ciudad que espera doliente el amanecer.
Es mi Habana que trabaja, que lucha y se desespera,
pues no ve llegar las luces rojizas del sol naciente.
Por los colores del alba, ¡grita hasta enmudecer!..
En seis décadas se pierde el afán de despertar,
cuantos años de carencias
cuan desunión familiar.
Mas, unida a esta tristeza que no se puede evitar,
hay otra Habana que canta, baila y se zarandea,
que se goza en las palmeras y en el azul de su mar,
sus blanquísimas arenas y el carnaval en las calles.
Con su corazón herido como gorrión encerrado,
se convierte en Ave Fénix todos los días del año.
Idania Guerra Duque (La Habana - Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 32
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