Hay días tan especiales
que en algún momento,
empezamos a sentir saudade por nuestra rezagada tierra
y
los fugaces instantes del pasado,
cuando enjambres de mariposas
en nuestra entraña comenzaron a revolotear;
y
emprendemos un recorrido por los recovecos mentales,
en donde se hayan los plácidos recuerdos dormitando,
para poder revivirlos
y
deleitarnos con las mieles de ternura
que en nuestra etapa juvenil...
lograron atrapar con su dulzura,
a nuestro inquieto
y
despabilado corazón.
Aunque elucubrantes...
son encantadoras estas evocaciones,
que nos vuelven alados mensajeros
volando de regreso por el tiempo,
ayudados por las alas de la memoria
y
emuladores de un lucero...
a nuestro paso dejamos melancólico destello;
porque mentalmente viajamos
en busca de aquel paraje pueblerino,
testigo de ardientes caricias,
apasionados besos
y
escasos inocentes mimos;
aquel sitio aunque fuera un callejón cualquiera...
para nosotros era el sitial más bello,
lleno de misterio,
sonrisas
y
color,
en donde dimos los primeros pasos
para recorrer la intrincada trocha,
conductora a la brumosa selva de la vida diaria,
la cual guarda enclavada con recelo...
la sibilina fuente del esquivo amor
y
en esa búsqueda la mayoría fracasa,
terminando finalmente empalizados
por el desengaño
y
el dolor.
Gerardo Carrascal Santiago -Colombia-
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