domingo, 5 de febrero de 2017

POR QUÉ ME HICE COLECCIONISTA...


Corría el año 1974, tenía 14 años, cursaba mi segundo año en la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini.  Mi profesora de Lengua o de castellano, como se llamaba en aquella época, era una señora muy distinguida, una dama de la sociedad. No era para menos, portaba una prosapia de terruño. Su nombre era muy tradicional en la provincia de Santiago del Estero, República Argentina. Su nombre era, Teresita Canal Feijoo, no sé si estará viva aún. Cuando uno transita la adolescencia y un poco mas, las edades se confunden y pensamos que son viejos aquellos que tal vez nos lleven, tan solo una década.        
En realidad, Teresita creo que ya era una mujer de edad madura. No sé cual era el parentesco que tenia con Bernardo Canal Feijoo. Seguramente muy cercano, ya que como mencioné, este apellido se asentó y se acuñó en la provincia de Santiago del Estero y aun perdura su alcurnia en su derredor.   Pero con seguridad esto la motivó para que a chicos de nuestra edad, nos diera a leer El Túnel. Novela iniciática de Ernesto Sabato, que sería luego, la primera de su trilogía novelística. Le siguieron Sobre Héroes y Tumbas y Abaddón el Exterminador.        
Bernardo Canal Feijoo, si bien le llevaba unos 14 años a Sabato, tuvo mucha relación con él. Ya que era escritor y fundador de la revista La Brasa, donde Ernesto Sabato, colaboró.
Volviendo a esta experiencia de lectura, con El Túnel, puedo decir que se produjo en mí, algo muy especial y conmocionante. Esa historia de pasiones desenfrenadas, de obsesiones incontrolables, de perfidia, de buenas y malas intenciones, esa carga erótica y perversa, todo encerrado y rodeado de una  locura pasional, me atrapó. No sucedió lo mismo con mis compañeros de curso, a los que aún veo y no tienen esa referencia tan encarnada como sucedió conmigo. Es que los libros no se internalizan de la misma manera en cada ser humano. Depende mucho de la edad, del momento que uno atraviesa en la vida, la asimilación que uno hace del personaje o como se lo referencia.  Al año siguiente leí su segunda novela, Sobre Héroes y Tumbas. A su vez comenzaba a recorrer el camino de los ensayos. Iniciándome con Uno y el Universo y El Escritor y sus Fantasmas. Todo este conjunto de situaciones, me llevaron a seguir la lectura completa de Ernesto Sabato y a introducirme en su propia biografía. A medida que avanzaba, la motivación aumentaba. Era para mí indispensable recorrer los laberintos de esa  vida, que llegó a ser centenaria.        
Teresita Canal Feijoo y El Túnel fueron dos grandes disparadores, de esta pasión. Es muy difícil de comprender, pero sólo aquel que colecciona, cualquiera de los infinitos y raros rubros que esta actividad permite, puede comprender la inquietud que la búsqueda de un determinado objeto, documento, libro, etc. puede provocar. He conocido coleccionistas que investigan sobre las cosas más inimaginables que alguien pueda comprender. Las pasiones no tienen razones, sólo son eso: pasiones. Ya con 23 años, me convertí en un incipiente coleccionista y seguidor de su vida y de su obra.        
El motivo de esta pasión, no debe confundirse con fanatismo. Encontré un hombre que buscaba la profundidad más intrínseca del Ser Humano. Pero no lo hacía sentado en un escritorio. No. Había decidido buscar esta quimera recorriendo los caminos que a su entender podrían despejar estas dudas. Poniendo su cuerpo y su alma, llegando a sufrir enfermedades, persecuciones y hasta el riesgo de perder su vida.        
Así emprendió con la Física y fue un destacado investigador, hasta que se dio cuenta que con la energía atómica se venía la destrucción del hombre. Viró a la literatura, no en busca del bronce, sino para no morirse, siempre buscando respuestas a las razones y sinrazones del Hombre Concreto. Lo mismo sucedió con la pintura y con su compromiso político, aun equivocándose. Tal como sucede con cualquier persona, que vive una vida intensa y rica, acertó, erró, sufrió, disfrutó, lloró, se contradijo y se corrigió. Vivió.        
Todo este rico derrotero de Ernesto Sabato, sus contradicciones, sus fuertes convicciones del hoy que podrían ser diferentes mañana, sus amores desenfrenados y su lucha en busca de un objetivo, que él dice que no alcanzó, me convirtieron en su coleccionista.        
Para concluir, su búsqueda incesante por tratar de comprender los dolores, las angustias, los recovecos del alma, los sueños, de un hombre concreto, son todas aquellas cosas que motivaron y aún lo sigue motivando, mi interés por Ernesto Sabato, el hombre.        
Cada carta, cada página, cada renglón de su vida, tienen algo que genera la búsqueda en uno mismo y resulta un disparador para lanzarse a encontrar otra dimensión humana.        
Me hice coleccionista por esto. Simplemente.

Fernando Galetto -Argentina-
Publicado en Estrellas poéticas 56

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