martes, 21 de febrero de 2017

ODA A UNA LÁGRIMA


El vuelo de una alondra víctima de una nube
transformó el no llorar
en erosionados añicos e izados gemidos,
ahora más osca y taciturna
la nube de lágrimas vuela sola
arrastrada por un sedentario gorjeo de aves.

Y chirrían entre cascos de caballos
salpicando en armonía universal
el estaño con su ardiente soplo,
¿Adónde van?
dejando su bagaje en la huida,
donde nada muere
dentro del cielo pagano
las campanas del reloj
prestigiosas interceden,
seminario para desleales noches
que en un desdeño difuso
bajan del pulpito a su último escalón,
los sentidos no pueden interrumpirlas
ni incitarlas
parecen vegetar ociosas
como acebos libres.

Me gusta abrir su tumba fría y cruel,
desvestirla navegando
por sus apóstrofos suspiros,
pulida como una estatua de mármol
sus alas frías hieren las retinas
puertas abiertas a las cicatrices del corazón.

Una arrugada luna confunde las noches
de unos ojos agrietados de par en par
¡Ay pincel de aliento cálido!
con tu tintura caoba
limpia de raíz la condena, es inocente,
es albarca y no el palpitar limpiabotas,
no sabe que cerrando los ojos
en cada ocasión que violenta el daño
deshace en tétricas cadenas el sufrir,
no sabe que cuando se arroja de lleno al desplome
la prisa implacable de esa lágrima
se siente en la mejilla, insolente y orgullosa
y esa soledad es escorpión de malos presagios.

Manuel Vílchez García de Garss

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