Y si, temiendo herir, no se penetra
por miedo de asustar, no se persigue no se golpea
para no despertar a los durmientes no se grita
no se abre
la puerta donde mamá cuelga el soutien, los espirales,
por no blandir el picaporte frío?
se echa a los vagabundos del jardín para que tengan más lugar
las moscas
“...es demasiado grande para nosotros dos...” el mar,
la culpa
el Caribe infestado de galeotes, de godos, de torvos policías
de provincia
Si, por no salpicar, no se sumerge
acaso el bíceps del atleta igual reluce?
se frunce el pliegue de su malla si, colocado ahí,
no se acaricia, no se palpa, no se...?
tras de las verjas
detrás del tramway, por no meterle bulla, no se corre
no se anima el traspié, la zancadilla
se hace remoto el paso, corto el cuerpo
Si, por no ir a Guayana, se elude la Tortuga
se entibiarán las tibias del pabellón, los abordajes?
si, por temor al mar, no se marea
no se caminan los acantilados donde florecen las madreperlas,
en el fulget de las filosas rocas
negar tanto? no dar paso al que acecha en la escollera
por si acaso el que entra ya no sale?
no se desprende, aferrado como las ladillas a las causas
no se expele
NÉSTOR PERLONGHER -Argentina-
Publicado en la revista Fuegos del Sur
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