Puse mis pies en el suelo
y me surgieron raíces
se expandieron en la tierra
buscando el agua bendita.
Tuve un tronco, junto a otro
mis brazos extendidos al cielo
corriendo… la sabia por las venas
tres tiernas ramitas, brotaron.
Demasiada agua me enfermaba
mis tallos tiernos se caían
mis hojas se volvían amarillas
¡enfermizas, se volvían!
Con el aire buscaba la luz
tan necesaria para mis adentros
me fui alargando, curvando
llegué a ser el más jorobado.
La fina lluvia me acariciaba,
amanecía brillante y altivo.
Tan al contrario mucho calor...
me dejaba lánguido y sin brillo.
Con el tiempo mi tronco
fue cogiendo, más diámetro
y así los círculos de mi vida
están registrados en mi centro.
A las esencias de esta tierra
que me alimentan día a día,
se le acoplan algunos hongos
¡estos son los que me enferman!
Así en cada ciclo de mi vida
me regenero, me nutro, y sigo,
de vez en cuando soy refugio
para pajarillos, o ardillas...
Antiguos pobladores ibéricos
eran mis hermanos, me abrazaban
descargaban su energía, la absorbía
les daba calor, remedios, alimento.
Ahora quedamos menos …
poned los pies en la tierra
¡que surjan esquejes nuevos!
nacerán nuevos hermanos.
Mª Carmen Palma
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