Las viejas que caminan
lo hacen con una paloma en el hombro.
Las viejas que caminan
se pierden el juego de los niños
y las penas de sus hijos.
Las viejas que caminan
no se ríen
y tampoco se permiten llorar,
así las des-creen humanas.
Las viejas que caminan
compran Caras y Gente
y nunca dejan de hablar de Susana.
Las viejas que caminan
desconocen que en cada paso
dado con egoísmo
se acercan un poco más a la muerte.
ARIEL FERNÁNDEZ (Villa Constitución-Santa Fe-Argentina)
Publicado en la revista Gaceta Virtual 103
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