EL VIEJO RUISEÑOR
-cuentecillo-
“-Hazme un sitio en tus sueños,”
le suplicó el viejo ruiseñor
a la joven y bella ruiseñora.
Ésta, que era un Hada Madrina
oculta entre las plumas
de la tierna y graciosa ruiseñora,
le dijo:
-“Un sitio no. Te haré un castillo
abierto de par en par al cielo del amor
con almenas de estrellas y torres de galaxias,
donde tú y solo tú reinarás para mi.”
El viejo ruiseñor enloqueció de dicha
y cantó como nunca jamás antes había cantado.
Esta es una historia de esas que sólo ocurren
en la imaginación maravillosa
de los viejos y locos ruiseñores,
que creen como niños
que hay jóvenes y dulces ruiseñoras,
que son Hadas Madrinas,
y les hacen a los viejos y locos ruiseñores,
no un pequeño sitio en los humildes suburbios de sus sueños,
sino hermosos e inmensos castillos
abiertos de par en par al cielo sin fronteras del divinal amor.
LA GLORIA
-profesión de fe-
Porque espero la gloria,
este infierno en que habito
es soportable.
No importa donde habites
ni con quienes habites.
Te digo que no importa
si esperas la gloria.
Espera, pues, espera,
donde quiera que habites
y con quienes habites, la gloria,
porque la gloria
es lo único que cuenta,
es lo único que importa
y es lo único que existe,
lo creas tú o no lo creas.
La gloria, sí, la gloria.
Espera, espera, espera,
¡oh sí!, no dejes nunca,
con titánica fe y enamorado aliento,
de esperar la gloria.
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