A los miembros del grupo Punto de Café
En la mesa de un café
vine a sentarme una mañana gris.
Desde allí vi pasar la vida
de la ciudad a borbotones.
Unos bebían su café en silencio.
Otros escribían mensajes en su móvil.
Algunos conversaban de la actualidad
política, deportiva, literaria.
Un vendedor me ofreció un reloj
de esos que a la semana se paran
y nunca más vuelven a andar
aunque le cambies la pila.
Un niño que huía de su madre
chocó conmigo, me miró y se rió.
La sonrisa me sobrecogió,
me alegró el día.
Al fondo del café un grupo leía
en voz alta, muy serios,
sus últimas creaciones literarias
que todos seguían atentamente.
Era una tertulia de poetas
que en Punto de Café todas las semanas
compartían unas horas
de buenos versos y café caliente.
Frente al café una chica bailaba
descalza una danza exótica
intentando atraer la atención
de los paseantes apresurados.
Mirando aquí y allí
percibí los latidos de la ciudad
y sus gentes al encenderse
las farolas de la calle.
JOSÉ LUIS RUBIO
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