NO SERÁN nunca aquellas beldades de viñetas,
productos averiados, hijos de un siglo impío,
pies para borceguíes, dedos de castañetas,
las que contenten a un corazón como el mío.
A Gavarni, poeta de clorosis nerviosas,
dejo el rebaño de tus bellezas de hospital;
pues encontrar no puedo en tan pálidas rosas,
la flor que se asemeje a mi rojo ideal.
Lo que este corazón -hondo abismo- quisiera,
es a vos, Lady Macbeth, alma en el crimen fiera,
sueño de Esquilo abierto en clima de huracanes;
o a ti, Noche grandiosa, de Miguel Ángel hija,
que apacible retuerces, en una actitud fija,
tus encantos, pulidos por bocas de Titanes.
CHARLES BAUDELAIRE -Francia-
Publicado en la revista Fuegos del Sur
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