Una simple caída de la cama
una noche a finales de enero
desencadenó repentinamente,
sin nadie esperarlo,
un inesperado y fatal desenlace.
Sin saber ni cómo ni porqué un cuerpo
viejo pero lleno de vida
a quien la enfermedad
había respetado casi nueve
décadas cayó en manos
de los insaciables virus
del hospital que cerraron
sus poros, su boca y sus ojos
destruyéndola sin piedad.
Realmente increíble
pero la vida es eso
un cúmulo de situaciones
sorprendentes y a veces incomprensibles.
JOSÉ LUIS RUBIO
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