I
Debajo de su silencio
hay uno mío más áspero todavía.
II
Una quisiera poder zurcir los días
aquellos que se rompieron de la nada
que se desmoronaron por una simple pena
que hicieron añicos el sol en mitad de la mañana
evitar que el jardín
se vaya llenando de otras sombras.
III
Cuando callamos
cuando nos atragantamos con la sed
hasta el diálogo de miradas
se detiene.
IV
Mis dedos sobre esa boca
que se ahogaba de grito
y la fuerza de mis puños febriles
buscando lacerar las fauces
que trituraban los días hasta hacerlos polvo.
Fauces, polvo, que sólo yo veía.
Lily Chavez
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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