Sobre las rocas
bebíamos la sangre del albatros
Éramos tres y lo sabíamos todo:
las paredes de espuma y de papel;
el fuego helado del quirófano;
el grito de la semilla
que no se atrevía a germinar
El agua se llevó los zapatos
de aquel que no tenía nombre,
el que una vez rió de modo intolerable
Pensábamos cantar al pájaro muerto su alabanza
Pensábamos danzar por los ojos
que no volverían a ser de la profundidad
Éramos tres y no senamos temor,
ni aburrimiento, ni una gota de odio
Sólo pensábamos beber
hasta que el extraño sueño terminase
Alex Fleites
Publicado en la revista LetrasTRL 41
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