sábado, 3 de noviembre de 2012

ME DIJO Y LE DIJE [I]


(Fragmento del artículo de 1915 Me Dijo y le Dije [I])

Me dijo:--No hay nada en el mundo mejor que la ilusión.

Le dije:---No hay nada en el mundo peor que la ilusión.

Me dijo:--La ilusión es el almíbar de la vida.

Le dije:---La ilusión es el veneno de la vida.

Me dijo:--Dime si tienes ilusiones y te diré si tienes dicha.

Le dije:---Dime si tienes ilusiones y te llamaré desdichado.

Me dijo:--Yo estoy en el mundo porque tengo ilusión.

Le dije:---Yo estoy en el mundo porque no tengo ilusión.

Me dijo:--Caramba, amigo, ¡qué escéptico es usted!

Le dije:---Caramba, amigo, ¡qué cándido es usted!

Me dijo:--Si no fuera porque la ilusión me tiñe de rosa las cosas, yo le tendría horror a las cosas.

Le dije:---Si no fuera porque miro las cosas sin ilusión, esto es, sin teñirlas artificialmente de ningún color, las cosas perderían su interés para mí y pensaría en ahorcarme.

Me dijo:--La realidad sin ilusión es horrible.

Le dije:---La realidad falseada por la ilusión es idiota.

Me dijo:--Sin ilusión no habría mujer bonita ni amigo fiel.

Le dije:---Valiente belleza la de la mujer bonita y valiente fidelidad la del amigo fiel, si sólo existen a condición de que se las mire a través de un velo de ilusión.

Me dijo:--Despojarse voluntariamente de toda ilusión es suicidarse.

Le dije:---Taparse los ojos voluntariamente con antiparras, sean del color que sean, es condenarse a no ver, que es algo peor que condenarse a muerte.

Me dijo:--¿Pero qué saca usted con ver por ahí solamente maldad, sufrimiento y traiciones?

Le dije:---Aunque no sacara más que ver de cerca y en sus múltiples aspectos la maldad, el sufrimiento y la traición, con eso ya tendría. Tan interesante es la maldad como el bien, el sufrimiento como la felicidad, la traición como la fidelidad.

Me dijo:--Calle usted, hombre, el mundo visto de cerca es nauseabundo como una cloaca.

Le dije:---Entonces quedamos en que el escéptico aquí es usted, para quien el mundo es una cloaca, y no yo, para quien es un gran espectáculo digno de contemplarse.

Me dijo:--No me convence usted. Si para ser feliz es preciso no ver, prefiero quedar ciego de remate.

Le dije:---No esperaba convencerle. Jamás se convenció nadie en una discusión. pero conste que si la felicidad de usted es cosa tan efímera y cobarde que la ahuyenta y disipa un soplo de realidad, venga la realidad, y quédese usted con su felicidad, pánfila felicidad que no es más que un embeleco propio para entretenimiento de niños o bobos, y no para hombres. Para hombres llenos de la noble ansia de conocer.

Me dijo:--No blasfeme usted. La felicidad es el fin único de la vida. No hay nada más grande que ella.

Le dije:---El blasfemo es usted. La vida es demasiado grande, demasiado inmensa, para suponerla al servicio de los pequeños anhelos de un hombre o de un millón de hombres. el fin único de la vida es ella misma: vivirla, esto es, sentirla, esto es, descender a sus más hondas simas y subir a sus más altos picachos. Somos de ella, de la vida, como la hoja es del árbol, y no ella de nosotros, y el gesto de niñitos mimados con que le pedimos machaconamente fruslerías y confites es absurdo y risible. ¡Estaría bueno que tantas cosas excelsas como vemos y concebimos en las cosas, y más allá de las cosas, no tuvieran otro objeto que el muy ruin de hacer resbalar confititos muy almibaraditos por el paladar de tanto gorila macho y hembra como puebla el mundo!

Me dijo:--De modo que para usted la felicidad no vale nada.

Le dije:---Vale tan poca cosa como su enemiga la infelicidad. La vida no es felicidad ni infelicidad: es realidad. Y puesto que a la vida pertenecemos como la parte al todo, lo más inteligente es, no obstinarse en que ella se adapte a nosotros, sino nosotros a ella, y, por consiguiente tratar de vivir lo más intensamente posible. ¿Y cómo lograremos vivir lo más intensamente posible? Pues 'realizándonos, expresando lo que tenemos dentro, siendo siempre nosotros mismos, y tratando, en fin, de poner algo de nosotros en todo cuanto hacemos o decimos.

Me dijo:--No me convence usted. Viva la ilusión.

Le dije:---No le convenzo a usted ni vine al mundo a convencer ballenas; pero muera la ilusión, enemiga de la "realización", y por lo tanto,  destructora de la vida.

Publicado en el blog nemesiorcanales.blogspos.com


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