domingo, 4 de noviembre de 2012

FUEGO EN CASA DE AMARANTO


Fue difícil el rumbo
sobre el lomo filoso de la cordillera.
Vientos remotos y obstinados
se enfrentaron ese día
en una extraña reyerta sin testigos.
Aullaban, armados con las espadas mortales
de lejanos ventisqueros,
con toda la lluvia que pudieron reclutar en tanta agua
y en la húmeda grisura de ese
cielo
amenazante
que insistía en mostrarnos
cómo se le pelea a la vida
desde la inocencia frágil y pequeñita de un rancho.

Esa tarde,
cuando el invierno se adelantó
a descolgar los primeros hielos
sobre la fragilidad de los techos,
descubrimos el abrigo
de la sangre antigua de los Aigo,
el calor infinito de los abrazos
y el fogón
y las tortas fritas
y el mate.

Esa tarde,
cuando el amor disimuló vendavales
fuimos bienvenidos
y nos condecoraron hermanos.


Guillermo J. Herzel -Argentina-
Publicado en la revista Mapuche


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