martes, 6 de noviembre de 2012

EN PUREZA VITAL


 (I)

Ya sola por la calle, en la terraza,
o arropada en la masa del gentío,
avizoro tu piel, no el atavío,
elegante o vulgar, que la disfraza.

¿De qué sirve la tela que te abraza,
si a la vez desfigura el poderío
de tu apariencia natural y brío?
Te contemplo tal cual, de pura raza.

Así te contemplé, y aprendí a amarte,
dulce pantera, al natural, sin arte,
ni artificio, que mengüen tu figura.

En desnudez total, como las rosas,
los álamos, el mar, las mariposas,
en pureza vital, sin envoltura.

 (II)

Y sin embargo, al regresar a casa,
con tu imagen, a cuestas de la mente,
tan abrazada a mí, te siento ausente,
nube ligera que a lo lejos pasa.

Mi vida oscila entre aridez y brasa,
lo que tengo sin ti, y lo que el torrente
de tu presencia junto a mí, yacente,
hasta el fondo del alma me transvasa.

Lo llaman soledad y compañía,
el deseo, no más, de hacerte mía,
frente a la infortunada realidad.

Llevo un sueño en las manos, que me inflige
placer, dolor, angustia, y que se rige
por tu ausencia de sensibilidad.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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