sábado, 3 de noviembre de 2012

DALÍ


Ceño abierto de dos lunas en bosquejo
y colgando como títere en su extremo
dos figuras de pequeños polifemos
descolgados como blandos universos.

Labios perfilados por las lenguas del infierno
y curvados hacia opuestos cielos,
los senderos bifurcados en su centro,
pinceladas de un compás de tinte negro.

Infinitos dedos que rascan los sueños
dando vida como los besos,
dedos, cruzando el acuoso espejo
que separa lo cierto y lo perfecto.

Altiva y dominante, laringe exuberante,
chimenea vesubiana de sonidos rebosante
que germina cuando el genio se hace arte
y plegado queda Dios ante el hombre delirante.

Gustavo González -Valladolid-

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