martes, 25 de septiembre de 2012

UN DÍA MÁS


Cuando una tarde cualquiera,
me asomo al rostro sin márgenes del olvido,
y veo en su cara,
la calle con ocio
del que no ve la vida pasar,
exhibiendo un rostro imposible
pisoteado de necedad,
sombreado del esputo de las heridas
del que nada sabe.

También,
a veces,
llueve como si llover,
sin ignorar
que en la otra esquina de la vida,
el tiempo rompe los tímpanos
como timbal.

Mientras,
otro olvido de nombre pretérito,
bovino y cárdeno,
de ojos cieno y camaleón,
enmascara el rostro
en la mediocre medianoche de su alma,
para no otear el vestido tenebroso
de su impúdica maldad.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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