jueves, 13 de septiembre de 2012

SOBRE EL CULTO A LOS MUERTOS


(Fragmento del artículo de 1921 Los Muertos Mandan)

      Una de dos cosas: o es más grande nuestro amor por los muertos que por los vivos, o nuestro mentido amor por los difuntos no es más que la máscara con que disfrazamos nuestro desamor por la humanidad doliente que nos rodea.
     No debemos profesar el culto a los muertos, aun cuando se trate de los seres más caros a nuestro corazón o más gloriosos para la causa.
     ¿Cómo poner nuestro amor en los muertos, en estos momentos en que es tan grande, tan trágico, tan heroico, tan soberbiamente emotivo el drama universal de nuestro siglo, de este siglo nuestro, en el que nosotros hemos tenido la suerte de nacer, y desde cuyo umbral nos es dado contemplar el maravilloso advenimiento del futuro?
     Tengamos en buenhora nuestro calendario rojo, aunque diariamente se agranda la constelación de nuestros héroes al extenderse por todo el mundo nuestra inmensa tragedia social. Pero no imitemos las prácticas supersticiosas de la burguesía. Que nuestra filosofía sea diametralmente opuesta a la de aquélla. Que cuando nos congreguemos para recordarlos, sólo sea para recoger su bandera y avanzar con ella más lejos de donde la recogimos.
     Seamos poetas de la vida siempre, aun frente a la muerte. Los muertos no existen, y mal podemos perder tiempo en reverenciar sus cenizas. Acordémonos de los vivos; ellos han menester de nuestro amor, de nuestra ayuda, de nuestra solidaridad, a todas horas del día. Sólo la humanidad viviente que nos rodea, que sufre, lucha, ama, y bebe en la fuente común del ideal para colmar su insaciable sed de amor y de justicia, merece absorber todas las potencias emocionales de nuestro corazón.
     Soy enemigo del falso sentimentalismo revolucionario a estilo de esas mujeres que lloran en el cine y son panteras en sus casas. Amemos a los héroes del espíritu en vida, pero no esperemos a que se mueran para deificarlos.

Publicado en el blog nemesiorcanales.blogspot.com
   

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