En la cama con el catalejo deforme y sin acuñar y con la cara a la caza póstuma de lo lejos que me ama.
Será el mediocre día recién parido a la luz de los sueños, a los labios del depredador despertador de tictac.
Será como el mendigo de las jornadas, será que me calzo las desnudas gafas una a una y me dispongo a pegarle un lingotazo al horizonte virtual.
Morderé la digestión de colibrí
con enérgicas pestañazas.
Estallaré a la vida con es el beso misógino en las tetillas de los viandantes, vigilado por el acta notarial de la espuma de los días.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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