miércoles, 19 de septiembre de 2012

LÍMITE


Decoro los músculos del límite con pellejos de amapola.

Con fotos ajadas de gramolas incandescentes me rompo en mil espinas de noches paduana.

Me corto si relajo las cicatrices delante del espejo, con música de otra parte.

Bebo y golpeteo los muebles como si la marea del ayer no estuviera completamente de acuerdo con el calor de su trino.

La vida ¿sabes qué te quiero decir?
sigue siendo un bonsai gigante caído y alzado
una y otra vez.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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