sábado, 15 de septiembre de 2012

LA VIDA DE CADA CUAL


Realmente, nos debe importar muy poco lo que opinen los demás de nuestras convicciones, actitudes, gustos y demás cosas que se nos ocurran. La vida que se vive es la de uno, no la de los demás, y punto.

No hay diarios escritos que sirvan para todos los casos, ni siquiera –si se fuerza un poco esta reflexión- sirven para su propio autor. La vida es un diario en blanco, y cada cual debe escribirla según le parezca: con lápices de sangre, de tinta, de bilis o de dulces de fresa. Dejar que otros u otras los escriban es, no sólo de una vagancia vital excesiva, sino una pérdida completa de tiempo y esperanzas.

¡Adelante, adelante, adelante! No paréis, no os dejéis conducir. Prohibíroslo. No hay más vida que esta; la vuestra, la de cada uno, y en ella hay que hacer lo que se piense que se ha de hacer; con equivocaciones, aciertos, burradas, logros, fracasos a medias, renuncias consentidas, asentimientos por mayoría, desencantos, descubrimientos entre los matojos, besos fugaces y no tan fugaces, amores pasados y por venir, consuelos, juguetes encontrados en viejos baúles, páginas poéticas escritas en la adolescencia, confesiones crueles de adultos desencantados, locuras de viejos, polvo que somos y polvo en el que nos convertimos... nosotros y nosotras, en resumen, si es que se puede hacer un resumen de algo tan complejo como un ser humano.

Si hay algo de lo que se puede estar seguro, firmemente seguro, adecuadamente seguro, es de que se está vivo, y eso, recordarlo no está de más, es lo que vale, que después la noche eterna nos acogerá –con paciencia digna de la mejor madre- en su manto silencioso de eternidades en soledad individual.

Francisco J. Segovia -Granada-

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