viernes, 21 de septiembre de 2012

LA FUENTE DE LA DONCELLA


Su vestido es celeste y suave como el del cielo, suspiró el poeta. Esa rejilla frente a sus ojos negros profundiza el misterio del color, suspiró elsegundo. Su país, en un caos sangriento, fue invadido para establecer la paz, la libertad y la democracia. Luego de la lucha, sólo quedó la del vestido celeste. “¿Vestido?”, gritaron, “Es un burka impuesto por los hombres y que humilla a la mujer. ¡Quítatelo!” “No me molesta. Todo lo contrario. Me siento oculta y protegida.” “¡Mientes! Eres una sumisa a las reglas hechas por el hombre. Quítate el burka y serás libre y tu visión se ampliará”. “¡Por favor, no,
por favor. Estoy cubierta por el derecho de ejercer mi libertad personal.” “Pero vean qué rápido aprende nuestras consignas y las utiliza contra nosotras.
Basta: a sacarse ese trapo denigrante”. Ella se negaba. Ante esa actitud, sin duda debida al temor al macho, se reunieron los representantes de varias asociaciones feministas y llegaron a un acuerdo: la liberarían de la opresión y sin el burka disfrutaría plenamente de su libertad. Tres mujeres fornidas la
llevaron al medio del patio; ella no se resistió. Alrededor, una multitud abigarrada y un enjambre de fotógrafos y otros medios. Las tres ejecutoras, arrodillas, tomaron el orillo del burka…3, 2,1… y el grito de hurra, alzaron el burka, tronaron los aplausos y… el silencio fue el de un cementerio a medianoche. Sin embargo, era mediodía y el sol a plomo. La mujer, una auténtica doncella sin el burka de origen aristocrático, estaba desnuda. La piel era blanca como el cuello del cisne al que canta el poeta. Súbitamente, la doncella empezó ponerse roja, luego la envolvieron pequeñas llamas que fueron derritiéndola, a filtrarla entre las rendijas resecas de la tierra. Llegaron con los baldes de agua y la sábana cuando la cabeza desaparecía. En el silencio sepulcral se escucharon unos gorjeos que venían de las rendijas que habían cautivado a la doncella. Los gorjeos fueron aumentando, la tierra comenzó a vibrar, a temblar y un “Oh” brotó del las gargantas cuando el líquido negro, como de una fuente, empezó a brotar, y a subir, cada vez más arriba y el público aliviado, nada se había perdido, se lanzó a aplaudir, a entonar hurras. Fue la prueba del triunfo de la libertad y la democracia: la paz. Los invasores mostraron vena poética. Bautizaron el lugar: La fuente de la doncella.
Y, el verdadero milagro: la fuente resultó inagotable.
Pero Alá es más sabio.

PABLO URBANYI
Publicado en la revista Oriflama 20

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