jueves, 20 de septiembre de 2012

LA BARCA DE CARONTE


Ungía los besos dados tiernamente
con el agua, por recibo de tus manos calladas;
había pensamientos ocultos, nada era igual
y las espigas amarilleaban en la era.
Era todo paz y la espiga en tus manos
se volvía pan candela.
Si tú me llevaras, Amarilis,
por el lado no oculto...Desaparece
la  codicia del hombre soberbio,
todos somos y nunca llegamos
a la barca de Caronte.
Y en serpientes se convertirán tus cabellos.
Ámame, Amarilis, y deja que los lobos
aúllen en esta noche ingrata,
buscaremos a Perseo y que nuevamente
derrote al minotauro en su deseo
que estoy sediento de ternura Amarilis
y no encuentro tus senos para beberlos.

Marcelino Arrellano Alabarces, Islas Baleares, España Del libro "Poemas del amanecer"
Publicado en la revista Carta Lírica 17

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