Sobre el agua del mar, en cada ola,
flota un recuerdo blanco, una alegría
que conoces y evoco. La bahía,
al filo de la tarde, se arrebola.
Sigue en el viejo puerto la farola
de nuestro último encuentro, y cada día
me detengo a su pie. Tu lejanía
resuena al fondo de mi caracola.
Asciende la marea, y su insistencia
rompiendo contra el muro, es evidencia
de que aún llegas a mí, desde tan lejos.
Que tú no te apercibas, en tu olvido,
no enturbia mi recuerdo. Ya he vencido
los fantasmas danzando en mis espejos.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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