lunes, 10 de septiembre de 2012

ELMAR


El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral. Varias personas le observaban atentos desde la distancia caminar con paso firme, marcial, hacia la Ciudad del Vaticano sin saber quién realmente era, lo que estaba a punto de ocurrir. Él en cambio no reparaba en cuanto ocurría a su alrededor, solo podía pensar en que había faltado a su promesa de velar por la seguridad del Sumo Pontífice. Y todo… ¿por qué? Estaba a esas horas intempestivas lejos de su puesto de trabajo, sin su uniforme y había estado con una mujer que apenas conocía. Pensaba que se había enamorado. Deseaba no tener que enfrentarse a unas consecuencias demasiado desastrosas. Justo frente a la puerta de su habitación y con la mano en el pomo oyó un estruendoso grito que le hizo girar sobre sus pasos. Salió corriendo hacia la habitación del Papa, muy cerca de la suya y vio salir horrorizado al capellán. Juan Pablo había fallecido.

AZAHARA OLMEDA

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