Antesala que precede al miedo:
cayuco siniestro.
En el horizonte,
mil kilómetros de incertidumbre,
tras el suplicio, tú divina, Europa.
Gritamos sin voz ¡Libres!
¡Somos hombres libres!
Alambrada, cemento, espino,
es nuestro destino.
Abiertos los ojos,
cerradas las bocas,
acelerados los corazones,
navegamos despavoridos.
Manos alargando sus dedos hacia el paraíso.
Del libro 13 náufragos de
SALVADOR MORENO VALENCIA
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