jueves, 20 de septiembre de 2012

A VENUS Y MARTE


¿Por qué me llamáis al unísono,
oh, mi diosa de melífera voz,
mi Venus, mi etéreo sueño perfumado,
que mi alma silente olvidó?
¿Por qué me llamáis al unísono,
oh, dios de ignífero son,
Marte de mi orgullo mancillado
que mi templado ser quebró?

No soy ya de nadie ni de mí,
alejado de vuestro canto forjé
diamantino interior desterrado
que solo aguarda la voz del ciprés.
Figura en vuestras manos, inerte,
vulnerable al antojo citereo
amable al llamamiento de un Marte arpado
fui pluma al servicio del viento.
¿Por qué me llamáis si nada soy
más que un viajero aletargado
más que un solitario andante
que el amor dejó a cargo
de corazones rampantes
y la guerra al cuidado
de laureados contrincantes?.

Mi campo de batalla he santificado,
ahora es mi campo de descanso.
Mi alma aprendió a ser desgarrado
y me conserva del orbe alejado.

Gustavo González 

No hay comentarios:

Publicar un comentario