Me haces flotar, e ignoro si tú flotas.
Tal vez voy sobre ti, como la nave
surca las olas, silenciosamente,
o el fuego abraza el leño, crepitante.
O tal vez en el aire, sin contacto,
meciéndome en los hilos improbables,
invisibles también, que sostuviera
la mano del arcángel
gestor de situaciones insolubles
en la complicidad de los amantes.
¿O será que en el hueco de tu mano,
como una esfera mágica, el paisaje,
el mundo entero se hace almohada de humo
en que yo mismo puedo recostarme?
Pierdo todo mi peso a tu costado,
tan ligero me siento, que me invaden
deseos de volar; quizá dos alas
en mis espaldas arqueadas nacen,
y soy águila o cóndor, y en la altura
giro ingrávido en amplias espirales,
siempre en torno de ti, mi propio centro,
definitiva carne de mi carne.
Me haces flotar. Oh elevación callada,
oh miembros al galope, oh ansiedades.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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