No se cómo llegar a ti de nuevo,
y en mis dedos, desenredo violetas
blancas, en una luz donde fundirme,
hasta dejar de sentir esta rabia.
Necesito subir otro escalón
agarrada al pasamanos de cobre.
Pasar un repecho cada día,
asegurando firmemente el pie.
Se puede abrir camino a dentelladas,
deshaciendo con jirones las nubes
o tragando hiel a pequeños sorbos.
Sacudiré con fuerza los estores,
que ya no sirven de aislante al fino
mármol blanco que recubre tu estancia.
Entre ramas, escondida partió
su esencia a favor del viento del norte,
y encaramada a la punta de un olmo,
se la llevó en un viaje a las estrellas.
Mary Paz Hernández Sánchez
Publicado en la revista Oriflama 20
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