(Fragmentos de los artículos de 1915 Me dijo y le Dije (II), En la Guerra y Cerdos oTigres)
La paz es lo bárbaro, lo cruel, lo inhumano, y la guerra es la civilización. Paz con tanta mentira; con tanta hipocresía como la que forma el alma del sistema social bajo el cual vivimos, es sencillamente el más degradante de los salvajismos.
Mientras mi prójimo no represente para mí otra cosa que un perro colmilludo que al menor descuido me salta encima y me quita el bocado, condenándome a peor muerte que si cayera en la guerra, me seguirá pareciendo bien que mi prójimo y yo nos topemos y acometamos noblemente, de fiera a fiera, en el campo de batalla, en vez de odiarnos y acosarnos sigilosamente, alevosamente, cobardemente, en esta lucha económica de golosos y sagaces y crueles ratoncitos a que nos obliga el estúpido molde social en que vivimos.
Si el hombre, ya que no hermano al modo evangélico, llegase a ser amigo del otro hombre y terminara así esta lucha de perros hambrientos que sostenemos perennemente por un vil mendrugo; entonces, y sólo entonces, sería yo pacifista y me parecería bien que nos desmayáramos ante la perspectiva de una gota de sangre vertida en la guerra.
Soy pacífico, pero no pacifista. Y pacífico y todo como soy hasta la misma médula, aplaudo de todo corazón el advenimiento de esta grande y hermosa carnicería en que todos los magnos y contrapuestos valores humanos se encuentran, por fin, en campo raso y se precipitan unos contra otros. Es menos degradante vivir matando al prójimo que vivir robándole. Y es más triste la miseria de un hombre que la muerte de cuatro hombres.
A la pelea solapada, mañosa y rastrera que sostenemos, suceda la pelea franca y noble de los campos de batalla donde va el hombre a engrandecerse con la grandeza trágica del minuto supremo en que siente que su vida es de vidrio y va a romperse.
Si hemos de escoger entre seguir viviendo como cerdos o matarnos como fieras, que siga la zambra y que corra a torrentes la sangre de los hombres, si es que de esa sangre derramada ha de surgir un cambio, y que sea la matanza nuestro único ideal. Que mejor es matar de un zarpazo, que ir echando barriga y volviéndose respetable a fuerza de negación u ocultación de sí mismo, en esta necia vida gazmoña y cochina que vamos viviendo.
Publicado en el blog nemesiorcanales.blogspot.com
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