Algo extraño me dice que la tarde no avanza,
una lenta granada, sin prisa arde el crepúsculo.
Las luces de tu rostro así me lo confirman.
A tus pies veo sombras exánimes del tiempo
–hechas su cautiverio-, que han venido a posarse
como un pájaro negro, aquí sobre estos muros.
Abajo, las antenas torcidas, y, a oscuras,
todos los bulevares; abismo agonizando.
Mis párpados abiertos y todo lo que nunca
quiero ver en la tarde teñida, este final
con un golpe de frío sobre mi frágil rostro.
Yo pude ver aquella tarde estando en silencio.
Jesús Cárdenas Sánchez. España
Publicado en la revista Oriflama 20
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